Venecia es reconocida como la “sede histórica” de esta fiesta de fantasía, y sigue celebrando el Carnaval más famoso de Europa. Se declaró oficialmente como fiesta en 1296, y desde el siglo XV hasta el siglo XVIII fue uno de los destinos turísticos principales de Europa por su teatralidad y por su marcha, superándose cada año en decadencia y suntuosidad. La ubicación acuática de la ciudad, sus calles estrechas, su población multicultural y la niebla que normalmente acompaña a los primeros meses del año, contribuyeron al ambiente de misterio y aventura. La reputación decadente del Carnaval ha contrastado siempre de forma irónica con su reputación de serena elegancia – incluso hoy, el apodo de la ciudad de Venecia es “La Sereníssima”.
Con la conquista de Venecia en el siglo XIX (la primera vez en su historia) por las tropas de Napoleón, la celebración del Carnaval cayó en el olvido, por la depresión y consecuente apatía de sus ciudadanos. Igual que en España durante la dictadura, en Italia se prohibió la celebración del Carnaval durante el gobierno de Mussolini, y no tuvo su “renacimiento” hasta finales de los años 70. Las inundaciones y la progresiva caída de su población, en vez de reducir, han servido para resaltar la importancia del Carnaval para la ciudad, al hacerle recordar su época de gloria. Aunque ahora los espectáculos y los adornos son más bien para los turistas, las máscaras venecianas siguen siendo el símbolo mundial de la combinación de misterio, adorno y elegancia.
Parece haber una conexión entre el esplendor entre las celebraciones de Carnaval y una ubicación cerca del agua, dado que los Carnavales más famosos se celebran en sitios como Venecia, Río de Janeiro, Nueva Orleáns, Tenerife, Cádiz... Históricamente, la movibilidad permitida por las vías marítimas favorecía un ambiente mestizo y cosmopolita. El resultante estímulo creativo sigue siendo uno de los factores impulsores de los Carnavales de hoy. Combinado con el espíritu de aventura de los españoles, la fantasía de asumir el papel de otro, la aportación cultural de la inmigración y nuestro sentido del adorno y de la frivolidad, los Carnavales de España están tomando cada vez más importancia a nivel internacional.